Siempre he sabido la potencia que los nuevos medios sociales representan. Mi trabajo me exige estar en ellos 24/7, la exigencia de continua actualización es un reto diario, el cual tomo con relativa calma, pero no con indiferencia.
Sin embargo lo que hemos vivido en las últimas semanas no tiene antecedentes similares, para mi generación, en este lado del mundo, al menos, en este pedacito de Centroamérica (aclaración, no somos una isla).
Con motivo de la clasificación de Costa Rica al Mundial de Fútbol Brasil 2014, el panorama por estos días cambia. Desde el primer partido contra Uruguay el tema tomó los principales titulares, creó mesas de conversación y llevó el ánimo de todos los nacionales a tope. Muchos nos dimos por satisfechos con el resultado de ese encuentro, sin pronosticar, ni imaginar lo que se venía…
Viernes 20 de junio, nace una noticia que rápidamente se convirtió en viral: El recuerdo de una hazaña celebrada 24 años atrás despierta la emoción y la fé de más de cuatro millones de costarricenses, como buenos supersticiosos, sentíamos que era una premonición, un buen augurio. Desde buena mañana el país se tiñó de rojo cocktail de emociones que se sentían en toda la atmósfera nacional.
10:00 am inicia el partido, avanza el encuentro y con él las ansias, la emoción, el desespero, la felicidad…El desenlace lo sabemos de memoria y en ese momento estalla el país en júbilo, la empatía y la idiosincrasia nacional nos permite abandonarlos a la euforia colectiva de un país que respira fútbol.
La felicidad compartida de miles viaja kilómetros de distancia con la inmediatez de estos días para contagiar al resto del mundo. Leemos noticias de medios internacionales, titulares de periódicos importantes, tweets de personalidades, videos que retratan el camino hasta ese momento, fotos de celebración en múltiples rincones del mundo...todos sintonizados con una misma emoción, viviendo un sentimiento…
¿Queda aún duda alguna de la potencia que tienen los medios sociales en la vida de las personas?
